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La milenaria Malvasía, por su historia, por la estimación y valor de sus vinos, por las dificultades de su obtención desde la Edad Media, por la importancia de su comercio, ha dado lugar a algunos mitos que dificultan u oscurecen su conocimiento.

El llamado vino del volcán, es el vino de malvasía, de uvas pequeñas, delicadas de sabor y aromas intensos. En Canarias se cultivan sobre todo en Tenerife, Lanzarote y la Palma, aunque es en Lanzarote donde su expresión alcanza la mayor fama. Uno de los malvasías que más gustan es el malvasía dulce.

Las labores de la viña en Lanzarote se realizan de forma enteramente manual en la mayoría de los casos. Se trata de un proceso artesanal desde la  plantación  de  las  varas,  en  hoyos  excavados  por  el  hombre  y  protegidos  con  muros  de  piedras  volcánicas,  hasta  la  recogida de las uvas, por lo que es imposible la mecanización y el riego.

El vino blanco de malvasía es transparente con reflejos dorados y aroma intenso de tonos frutales.

Para  poder  apreciar  las  cualidades  de  estos  vinos  en  su máxima expresión se recomienda, por un lado, que el   seco   vaya   acompañando   pescados,   mariscos,   quesos frescos, pastas, sopas y verduras; por otro, que el semidulce se tome con pescados en salsa y al horno, mariscos, quesos semicurados y postres; el espumoso, como  aperitivo  y  con  mariscos;  y  por  último,  que  el  dulce  se  sirva  muy  frío  y  tanto  como  aperitivo  como  con postres.

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