Publicado el 12 de Noviembre de 2020
RETORNANDO A LOS COMIENZOS DE NUESTRA ERA A TRAVÉS DEL VINO
LA UVA MARAWI SE ENCARGA DE ELLO
Si pudiésemos por un momento transportarnos a través del tiempo a los comienzos de nuestra era, seguramente cada uno de nosotros querríamos ser testigos de un momento o acontecimiento diferente. Pero refiriéndonos al vino y dejando aparte las creencias religiosas, seguro que a todos nos gustaría presenciar esa Última Cena en la que Jesús junto con sus discípulos alzó su copa hace más de veinte siglos y así descubrir el misterio de su contenido.
El enigma del tipo de vino que contendría esa copa es lo que ha llevado durante años a historiadores, científicos y genetistas a realizar exhaustivas investigaciones para averiguar la variedad con la que se elaboraba el vino de tiempos bíblicos en un terreno tan árido llegando a la conclusión de que las parras del desierto, además de usarlas los caminantes para protegerse del sol, eran utilizadas para elaborar vino.
Estas investigaciones se están llevando a cabo con la colaboración de importantes universidades de Israel y una de las bodegas con más historia de Rioja Alavesa: Bodegas Valdelana.
Para conocer de primera mano este proyecto nos dirigimos a Elciego donde se ubica Bodegas Valdelana. Bodega cuyos seis calados subterráneos de piedra de sillería del siglo XV y XVI nos muestran la larga e interesante historia de esta familia bodeguera que lleva cultivando uva en la localidad desde 1584.
Nos adentramos en estos calados a través de dos antiguos y curiosos confesionarios sumergiéndonos por un estrecho túnel subterráneo a este singular reducto de historia en el que la familia Valdelana nos explica el interesante proyecto en el que están involucrados: crear de forma artesanal y de la manera más fiel a su origen, el vino que el rey David tenía en su mesa o el que se bebió en la Última Cena y en las Bodas de Caná.
Entre paredes, arcos de piedra y ancestrales depósitos de vino nos comentan los abundantes restos arqueológicos encontrados en Tierra Santa que demuestran que hubo producción de vino, en lo que hoy es Israel, a partir del año 2.000 a.C.
Sin embargo, las cepas autóctonas actuales de la zona producen uvas de mesa y ninguna es adecuada para elaborar vino.
¿Cual es la causa? Según las hipótesis, los vinos producidos en la antigüedad fueron desatendidos cuando los musulmanes tomaron el poder. Los mamelucos, debido a su religión musulmana, prohibieron la producción de vino y arrancaron todos los viñedos cultivando únicamente vides para uva de mesa.
Pero la fuerte adaptabilidad de la planta de la vid ha permitido que algunas variedades se hayan desarrollado en la naturaleza de manera silvestre después de milenios.
Actualmente y debido a los fragmentos de vasijas de barro que se utilizaban para almacenar vino descubiertos en las ruinas de templos judíos de la época y diversas prensas de uva de tiempos bíblicos, se ha podido obtener el material genético de estas uvas milenarias.
A principios de nuestra era, en Tierra Santa se conocían alrededor de 120 variedades de uva de las cuales únicamente 20 eran aptas para vinificar y después de arduas investigaciones estudiando el ADN de cada una de ellas han llegado a la conclusión que la variedad Marawi es la protagonista de los vinos de aquellos tiempos.
La Marawi, una variedad cultivada en Belén y considerada extinguida desde el año 220 d.C., ha sido “revivida” gracias a descubrimientos arqueológicos en templos judíos donde se encontraron vasijas de barro en las que fermentaba el vino hace más de 2.000 años en el antiguo Israel.
Diversos textos rescatados en antigua escritura hebrea referentes al vino como el Talmud de Babilonia, la colección de escritos que recoge las tradiciones, costumbres y enseñanzas del judaísmo, recogen datos de las uvas blancas autóctonas Jandali y Hamdani (conocidas como Marawi) por el año 220 a.C.
Después de conocer la filosofía del proyecto y la interesante historia de esta variedad, nos trasladamos al lugar donde se han plantado las cepas traídas de Israel de esta variedad histórica: La Marawi.
Cuando llegamos al viñedo, la sorprendente belleza paisajística que nos rodea nos deja sin palabras. Un mirador frente al Ebro, en la zona que el río deja de ser navegable, es el entorno mágico donde recrear el vino que se consumía en tiempos bíblicos.
Aquí nace la Marawi rodeada de más de 135 variedades de uvas diferentes en lo que llaman su Jardín de Variedades, un sorprendente viñedo donde conviven y se estudian esta amplia diversidad de uvas.
Curiosamente, la Marawi es una variedad blanca. Aunque el vino preferido por los romanos era el blanco, la biblia sugiere que el vino que se tomaba en las zonas de la actual Palestina e Israel era de cepas tintas. Los expertos achacan esta circunstancia del color del vino más oscuro a la tendencia de la época a añadir especias, agua y miel a las vasijas donde se realizaba la fermentación.
Los expertos que han catado vinos de esta variedad lo catalogan como un vino fácil de beber, ligero y mineral. Con poco cuerpo y no muy aromático pero las notas minerales le dan mucho carácter.
Para elaborar el vino de forma artesanal con estas cepas de Marawi, Bodegas Valdelana está construyendo junto con un equipo de técnicos de Israel la recreación de una Bodega del Siglo I.
Esta bodega constará con un lagar y un molino de trigo, una forma de transportarnos a principios de nuestra era a través del vino.
Lo cierto es que este vino no podrá ser exactamente igual que hace milenios por muchas razones pero una de ellas es que si hoy en día probásemos el que tuvo en su mesa el Rey David o cualquier otra figura bíblica, la bebida nos parecería muy distinta al vino de hoy en día. Esto es debido a que la tradición judía condena fuertemente el abuso de alcohol y según muestra el Talmud el vino que no tiene tres partes de agua por cada una de vino no se puede considerar vino.
Como nos comenta Juan Jesús Valdelana "no hay mejor forma de parar el tiempo que meterlo en una botella" y por ello, estaremos expectantes para descubrir ese vino que no detiene el tiempo pero seguro que nos transporta enológicamente a épocas remotas.
Gracias a la familia Valdelana por hacerme partícipe de vuestro interesante proyecto y .... deseando catar historia!!!
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