Publicado el 15 de Abril de 2015
El maridaje se puede lograr de tres formas:
Acompañamiento
Se buscan aromas y sensaciones parecidas, tanto en el vino como en el platillo; la clave es identificar sabores y sensaciones similares y lograr una unión. Ninguno debe opacar el sabor del otro, sino complementarlo.
Por ejemplo: un vino afrutado y con un grado de acidez será ideal para platillos frescos, con limón, tomate o con frutas cítricas.
Los vinos más tánicos, serán ideales para comidas complejas y espaciadas, así como asados o a la parrilla.
Vinos dulces con postres a base de frutas e inclusive con caramelo y chocolate.
Complemento
Debe existir en equilibrio entre los sabores del vino y el platillo.
Por ejemplo, verduras con vinos ligeros, Pinot Noir (vino tinto con notas a canela, nuez y chocolate) con un postre Tiramisú.
Contraste
La clave es buscar la chispa entre ambos; serán puede usar el contraste para experimentar sensaciones nuevas en el paladar, así como para romper reglas y crea un "blend" (mezcla) nueva.
La comida salada con un vino dulce crea toda una experiencia; un vino Oporto (vino dulce fortificado) con un queso Manchego fuerte y salado, queso azul con los vinos de Sauternes: una gran combinación entre dulce y salado.
Vale la pena probar estas dos combinaciones, pero también rompiendo reglas puedes conseguir excelentes resultados.
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