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La riqueza de una tierra va unida a sus variedades autóctonas: Descubrimos los tesoros de los Arribes

 

VINOS SIETE PELDAÑOS

FERMOSELLE (ZAMORA)

 

Nuevamente nos disponemos a descubrir otro de los mágicos paisajes vitivinícolas que tenemos en España. En esta ocasión nos dirigimos a un extraordinario entorno que ha exculpido el río Duero durante milenios creando desfiladeros e impresionantes acantilados entre profundos valles: estamos hablando de la Denominación de Origen Arribes.

 

 

 

 

Los Arribes abarca localidades de Zamora y Salamanca. Su recorrido fluvial originado por el río Duero crea un conjunto de pequeños valles flanqueados por verticales paredes donde la frondosa vegetación se aferra fuertemente a las rocas desafiando la ley de la gravedad.

 

 

 

 

Por ello la destreza humana, quizás motivada por las necesidades de las antiguas civilizaciones que habitaron durante siglos esta región, perfilaron las laderas de estas montañas creando terrazas escalonadas que permitieron la plantación de viñedos y olivos.

 

 

 

 

En compañía de Jose Luis Pascual, cofundador de la Bodega Pascual Fernández (junto con su mujer Sonia Fernández) descubro los tesoros que encierra la región de los Arribes a través de sus vinos 7 Peldaños.

Visitamos el privilegiado lugar que da vida a sus vinos donde parece que el tiempo se ha detenido por la serenidad que transmite este entorno reconocido como Espacio Natural Protegido y declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO.

 

 

 

 

Entre inclinadas pendientes que convierten su viticultura en heróica y rodeados de una gran diversidad de plantas silvestres, almendros y olivos recorremos las ocho hectáreas de viñedo divididas en 87 diminutas parcelas donde la Bodega Pascual Fernández recupera distintas variedades olvidadas o al borde de la extinción de los Arribes.

Jose Luis me comenta que “la riqueza de una tierra va unida a sus variedades autóctonas” y por ello, llevan a cabo un ambicioso proyecto para recuperar la tradición vitivinícola de calidad en la región.

 

 

 

 

En este paraje encontramos, entre los ancestrales paredones o bancales que la bodega ha restaurado, variedades blancas autóctonas como la Puesta en Cruz o la Malvasía Castellana junto con uvas tintas tan singulares como la Mandón, Bruñal, Juan García, Bastardillo Chico, Gajo Arroba e incluso la excepcional uva rosada Verdejo Colorado. Variedades, quizás desconocidas para muchos, que han resistido el paso de la historia a través de los siglos y que aportan una singular personalidad a los vinos 7 Peldaños.

 

 

 

 

Después de pasear por el magnífico patrimonio natural de los Arribes nos dirigimos a Fermoselle, también conocida como “el balcón del Duero”, considerada la capital del Parque Natural de los Arribes del Duero y declarada Conjunto Histórico Artístico.

 

 

 

 

La riqueza cultural de Fermoselle se aprecia a cada paso y en cada rincón o espacio que recorremos entre su pequeño entramado de callejuelas. Sin embargo esta localidad no solamente atesora belleza y cultura en su exterior sino que también nos permite sumergirnos en una auténtica ciudad subterránea. Más de 1.000 cuevas o bodegas excavadas en granito se extienden bajo sus suelos y representan uno de los últimos vestigios de la cultura judía en nuestra región.

 

 

 

 

Muchas de estas cuevas o bodegas se comunican entre sí y, según los registros, su excavación podría tener su inicio alrededor del siglo VIII.

Dentro de este fascinante laberinto subterráneo existen dos antiguas cuevas que están catalogadas y protegidas como Patrimonio Histórico Artístico de España y actualmente son los históricos lugares donde se elaboran y afinan los vinos 7 Peldaños.

 

 

 

 

Estas dos cuevas o bodegas son un testimonio palpable de la extensa herencia cultural dejada por la comunidad judia en los Arribes. Los 7 peldaños que hay que bajar para acceder a ellas, además de inspirar el nombre de sus vinos, representan los siete escalones o “pasos firmes por la tierra” que los judíos pisaban para acceder a los baños o aljibes que allí se encuentran. Estos espacios eran utilizados para llevar a cabo sus tradicionales rituales de purificación.

 

 

 

 

En la parte superior de la cueva se encuentra la zona de elaboración donde todavía están fermentando algunos mostos, entre ellos el singular vino rosado de Verdejo Colorado que pronto saldrá al mercado.

Estoy deseando catar este inusual vino para conocer las peculiaridades de su variedad!!!

 

 

 

 

Al acceder a la zona subterránea lo primero que llama la atención es el número 1857 tallado en la piedra y que muestra la fecha en la que se reformó esta bodega. En aquella época, el Castillo y la Muralla de Fermoselle fueron desmantelados y los lugareños recogieron piedras de estos monumentos y las utilizaron para la construcción o restauración de sus propias bodegas.

 

 

 

 

Descendiendo por esos siete peldaños que nos separan de la zona de envejecimiento disfrutamos de una maravillosa estancia donde sus vinos se afinan entre arcadas de piedra y frente al histórico aljibe o “pozo de purificación judio”.

La humedad que desprenden sus paredes y la temperatura constante que aporta su construcción subterránea contribuyen a la lentísima evolución del vino tanto en las barricas como en las tinajas de barro donde se perfilan sus blancos. Un excepcional afinamiento que después se prolonga durante un largo periodo en botella antes de salir al mercado.

 

 

 

 

A continuación nos desplazamos a una vanguardista Sala de Catas donde su suelo acristalado nos permite observar la arcada que veíamos sobre nuestras cabezas desde una perspectiva diferente bajo nuestros piés.

La cata comienza conociendo las nueve variedades con las que elaboran sus vinos monovarietales y que comparten un denominador común: el lento envejecimiento que desarrollan en estas cuevas y que le aporta elegancia y una gran complejidad.

 

 

 

 

José Luis me comenta que sus vinos “representan el orgullo de una tierra y homenajean a sus raíces y al legado cultural y vitícola heredado”. Por ello gran parte de estos son monovarietales de ediciones limitadas que expresan la tipicidad y la particularidad de cada variedad.

Nota de Cata:

7 Peldaños Doña Blanca. Elaborado con la uva blanca Puesta en Cruz y críado sobre sus lías durante cinco meses: Muy gastronómico e incita a seguir disfrutando de sus notas de fruta de hueso madura con pinceladas minerales.

7 Peldaños Malvasía y otras variedades olvidadas. La Malvasía Castellana y un coupage de variedades blancas autóctonas de Arribes que se encuentran salpicadas en las viejas viñas nos muestran un vino muy floral con recuerdos cítricos. Su crianza de 15 meses en barrica nueva le aporta volumen y notas tostadas.

7 Peldaños Juan García. La uva Juan García es la mayoritaria en los Arribes y se muestra muy natural, fresca y elegante. Destacan las notas de frutos rojos con toques especiados.

 

 

 

 

7 Peldaños Mandón. La uva tinta Mandón es de maduración tardía y su crianza se ha llevado a cabo en depósitos de acero inoxidable y barricas nuevas de roble francés: Intenso con aromas florales y a frutas del bosque.

7 Peldaños Bruñal. La crianza en barrica nueva de roble y deposito de inox le aporta a los aromas de frutos silvestres característicos de la uva tinta Bruñal mucha finura y elegancia.

 

 

 

 

Ha sido una experiencia maravillosa conocer a fondo la región de los Arribes, adentrarme en la ciudad de las mil bodegas subterráneas de Fermoselle y disfrutar de su rica gastronomía acompañada con la tipicidad que aportan sus variedades autóctonas.

Os animo a visitar esta región moldeada durante siglos por el río Duero y donde la mano del hombre ha dejado su huella en el paisaje.

Deseando volver!!!

 

 

 

 

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