Saint Émilion: un destino obligado para todos los amantes del vino.


Publicado el 02 de Febrero de 2024


Saint Émilion: un destino obligado para todos los amantes del vino.

En la década de los 90 tuve la suerte de que mi trabajo me llevara a vivir cuatro años en la ciudad de Burdeos y tener la oportunidad de conocer con bastante profundidad lo que llamamos ?el viñedo bordelés?, que comprende 65 Appellations d?Origine Controlées (AOC). Una AOC sería más o menos equivalente a lo que en España se conoce como una Denominación de Origen. La AOC es la designación del nivel más alto del sistema de calidad en Francia.

Autora: Margarita Lozano Ruíz


En la década de los 90 tuve la suerte de que mi trabajo me llevara a vivir cuatro años en la ciudad de Burdeos y tener la oportunidad de conocer con bastante profundidad lo que llamamos “el viñedo bordelés”, que comprende 65 Appellations d’Origine Controlées (AOC). Una AOC sería más o menos equivalente a lo que en España se conoce como una Denominación de Origen. La AOC es la designación del nivel más alto del sistema de calidad en Francia.

Los vinos de Burdeos son reconocidos en el mundo entero, pero para conseguir ese reconocimiento han sido necesarios varios milenios, con muchos avatares condicionados por la Historia de la región de Aquitania, de la que Burdeos es la capital. Y por supuesto, por el enclave geográfico privilegiado de esta región, atravesada por el río Gironda y sus afluentes, el Garona y el Dordoña, que juegan un papel esencial en el desarrollo de la vid. No en vano, el nombre Bordeaux (Burdeos en español) deriva del francés “al borde de las aguas”, haciendo referencia a las orillas de estos grandes ríos.

Pero para entender por qué y cómo sus vinos han llegado a ser considerados como los mejores del mundo hay que conocer esa Historia a la que hacía referencia antes.

Las primeras viñas fueron plantadas aquí en los tiempos de la dominación romana en la “provincia” que ellos denominaron La Galia, como ocurre en casi todos los viñedos europeos, ya que los romanos colonizaban los territorios conquistados, en los que fundaban ciudades y cultivaban sus tierras para obtener los alimentos necesarios. Y el vino, por supuesto, no solo era considerado necesario sino un elemento casi imprescindible. 

Pero el verdadero auge del vino de Burdeos comienza en la Edad Media con el matrimonio en el siglo XII de Enrique Plantagenet (Enrique II de Inglaterra) y Leonor de Aquitania, quien entre otros títulos nobiliarios ostentaba el de Duquesa de Aquitania, una región que entonces  era una vasta entidad feudal  en las zonas occidental, central y sur de la actual Francia. Este matrimonio hizo que Aquitania pasara a ser territorio inglés. Aunque el vino era popular a nivel local, el vino francés rara vez se exportaba, pues las comarcas vitivinícolas y el volumen de vino producido era bajo, pero a partir de este hecho, la mayor parte del vino de Burdeos comenzó a exportarse a Inglaterra como intercambio por otras mercancías. Al subir al trono el primogénito de Enrique y Leonor, Ricardo, Burdeos se convirtió en su base de operaciones en Francia y al incrementarse la popularidad del vino de Burdeos, los viñedos se expandieron para cumplir con las demandas del extranjero. También su hijo menor,  Juan, estaba a favor de promocionar la industria del vino, y para incrementarla aún más, abolió el impuesto de exportación a Inglaterra desde la región aquitana. Más tarde, en los siglos XIII y XIV, se estableció un código de prácticas comerciales, llamado police des vins  ("policía de los vinos”) con el que se pretendía dar ventajas comerciales a los vinos de Burdeos sobre los de otras regiones francesas.

Pero la exportación de vino de Burdeos quedó paralizada con el estallido de la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra en 1337 seguida por la expansión de la Peste Negra que devastó la zona. A finales del conflicto, en 1453, Francia tomó posesión de la provincia asumiendo, por lo tanto, el control de la producción de vino en la región.

Después llegó una segunda época de auge gracias a que los comerciantes holandeses abrieron nuevos canales de distribución destinados a los burgueses. Pero esta nueva prosperidad duró poco, ya que a comienzos del XVIII estalló la Guerra de Sucesión Española que hizo que la navegación a lo largo de la costa francesa y en el Canal de La Mancha fuera muy arriesgada. Además, las tensiones entre los gobiernos inglés y francés pararon todo comercio "oficial" entre Burdeos y el mercado londinense. A pesar de la sanción gubernamental, las botellas del precioso burdeos comenzaron a aparecer en gran cantidad en casas de subastas de Londres, Bristol, y Plymouth cuando capturaban el botín de los corsarios. Un hecho que incluso el historiador del vino Hugh Johnson especula que fue un asunto pactado entre los châteaux de Burdeos, los contrabandistas, y las casas de subasta de Londres para eludir la política de tiempos de guerra de la época. “Una de piratas” que diría Serrat…

En 1725, la extensión de los viñedos en Burdeos era tan vasta que fue dividida en áreas específicas para que el consumidor pudiera saber exactamente de dónde era el vino y las botellas se empezaron a etiquetar no solo con el nombre de la región sino que también se especificaba la zona concreta de la que procedían. 

Para la Exposición Universal de París de 1855, el emperador Napoleón III pidió que se estableciera con carácter oficial un sistema de clasificación para los mejores vinos de Burdeos, ya que este evento iba a ser una oportunidad única para mostrarlos a los visitantes de todo el mundo. Así, los vinos se catalogaron según la reputación del château y el precio de mercado, lo que en aquella época se relacionaba directamente con la calidad. El resultado fue la Clasificación Oficial de Vino de Burdeos de 1855. Los vinos se ordenaron por importancia en cinco categorías: primeros, segundos, terceros, cuartos y quintos "crus". La palabra “cru” hace referencia a la finca donde se encuentra el viñedo.

Pero entre 1875 y 1892 casi todos los viñedos de Burdeos quedaron arruinados por la plaga de la filoxera, que llegaría a todas las zonas vitícolas de Europa. La industria del vino en la región fue rescatada gracias a los injertos de vides locales en resistentes portainjertos traídos de América del Norte. Todas las vides de Burdeos que sobreviven hoy en día son producto de esta medida. Algunas variedades de uva respondían mejor al injerto que otras y aquellas que mejor resistían y se adaptaban (Cabernet Sauvignon, Cabernet  Franc, Merlot, Semillón, Sauvignon Blanc y Muscadelle) se convirtieron en las variedades líder en Burdeos.

Como veis, es imposible generalizar al hablar de vinos de Burdeos, así que en esta ocasión quisiera centrarme en una de las AOC más prestigiosas y mundialmente famosas: la AOC Saint-Émilion en la orilla derecha del río Garona.

A 35 Km al noreste de Burdeos, el epicentro de esta AOC es el pueblo homónimo, rodeado de viñedos, cuya jurisdicción que engloba otros siete pueblos que lo rodean,  fue reconocida en 1999 Patrimonio de la Humanidad como “Paisaje Cultural”, siendo el primer viñedo del mundo en obtener este título. Un paisaje cultural es para la UNESCO (organismo que otorga estos reconocimientos), un paisaje representativo de una región del mundo que refleja las "obras combinadas del hombre y la naturaleza que expresan una larga e íntima relación entre las personas y su entorno".

Pasear por las calles estrechas e inclinadas de Saint Émilion nos hace retroceder en el tiempo. Hay visitas obligadas, empezando por la colegiata, cuyo origen, así como el de la propia villa, se remonta al siglo VIII cuando un monje benedictino bretón (que fue santificado), Emiliano de Saujon, se retiró a estos lares, entonces deshabitados,  y vivió en un eremitorio excavado en la roca donde murió a mediados de siglo. Alrededor de este lugar se reunió una comunidad benedictina y fundaron un monasterio. Pero a mediados del siglo XI, dicho monasterio entró en decadencia a causa de las invasiones normandas en la región cayendo en manos de señores laicos. No fue hasta un siglo después cuando fue reconstruido y volvió a convertirse en lugar de culto gracias a la llegada de una comunidad de monjes agustinos procedentes de la región francesa de Charente, al norte del río Dordoña. También fueron ellos los que impulsaron el cultivo de la vid y la producción de vino.

Así que empezaremos nuestra visita aquí, en el corazón de la ciudad, en el que sobresale el magnífico campanario gótico de 68 metros de altura. Subir sus 196 escalones es sin duda una dura prueba, pero es sobre todo una  oportunidad única de admirar una vista impresionante de la ciudad y de su jurisdicción. Tras el pórtico se accede a la iglesia monolítica, un edificio religioso subterráneo excavado a principios del siglo XII cuyas proporciones impresionan: 38 metros de largo y 12 metros de alto, cuyo objetivo era acoger a los centenares de peregrinos que iban a visitar la tumba de Saint Émilion. De hecho, es la iglesia monolítica más grande de Europa, en la que se mezclan historias y leyendas a las que no son ajenos los Caballeros Templarios. Tallada en el siglo XII, pintada en el siglo XIV, devastada en el siglo XVI, maltratada en el siglo XVIII durante la Revolución y restaurada en el siglo XX, todavía se dedica y acoge regularmente ceremonias religiosas, pero también otros eventos, como conciertos. Y sobre todo, es el lugar donde se celebran las ceremonias de la Cofradía de los vinos de Saint-Emilion, llamada La Jurade. Esta Cofradía, nacida hace más de 800 años, tiene como misión conservar la memoria de los vinos de Saint Émilion y la definición de esta zona como una "comunidad vinícola familiar basada en la solidaridad". Por ello, en estas ceremonias, sus 140 miembros, los jurats, perpetúan la transmisión de las tradiciones y el intercambio de conocimientos y descubrimientos en torno al vino. Solo se puede acceder a este sorprendente edificio concertando una visita guiada en la Oficina de Turismo, que puede hacerse fácilmente a través de su web.

Y tras esta inmersión histórica, imprescindible para entender la filosofía que guía a los famosos e icónicos châteaux en el cultivo de la vid y en la producción de sus vinos, vamos a visitar uno de los châteaux más renombrados de la AOC: Château Angélus. Su nombre tiene su origen en una plegaria. El viñedo está situado en el corazón de un anfiteatro natural, dominado por las tres iglesias de Saint-Emilion. En el centro de este enclave privilegiado donde los sonidos se amplifican, antiguamente se escuchaba el tañer de las campanas del Ángelus por la mañana, a mediodía y por la noche. Este tañido marcaba el ritmo de la jornada de trabajo en las viñas y los pueblos, ya que las mujeres y los hombres paraban de trabajar para rezar unos instantes. La oración del Ángelus tiene su origen en el siglo XV, cuando el papa Calixto III, tras la victoriosa batalla del Santo Imperio Romano Germánico sobre el ejército otomano, ordenó en señal de agradecimiento que todas las campanas de la cristiandad repicaran cada día por la mañana, a mediodía y por la noche. Esta plegaria tomó el nombre del Ángelus. La campana que aparece en la botella de Château Angélus simboliza esta historia y este momento de oración. El gran pintor impresionista francés Jean-François Millet inmortalizó este momento de oración en una magnífica obra, “El Ángelus”, que actualmente se expone en el Museo de Orsay en Paris.

A finales del siglo XVIII, en 1782, Jean de Boüard de Laforest, guardia del Rey, se instala en Saint-Emilion. Su hija, Catherine Sophie de Boüard de Laforest, contrae matrimonio con Charles Souffrain de Lavergne en 1795 y se instala en el viñedo de Mazerat, propiedad de su marido. A principios del siglo XX, Maurice de Boüard de Laforest hereda la propiedad y la amplía, añadiéndole en 1920 una parcela de tres hectáreas, llamada el Angélus, que deja en herencia a sus hijos en 1945. La propiedad obtiene la clasificación de Saint-Emilion en 1954. Hoy en día, Stéphanie de Boüard-Rivoal, la octava generación de la familia de Boüard de Laforest, encarna la imagen del presente de Angélus, siendo la tercera mujer que se pone al frente de esta propiedad, que la ha visto nacer y crecer.

En 1954, durante la primera clasificación de Saint-Emilion, Château Angélus accede al rango de Grand Cru Classé. Disfruta ya entonces de una gran notoriedad que le ayudará a sortear la crisis de los vinos de Burdeos de 1973 y a abordar la renovación enológica de los años 80. En ese momento, gracias al pasado de este maravilloso cru, pero con la mirada decididamente puesta en el futuro, inician una ambiciosa e innovadora política destinada a crear vinos de excelencia.

Ir a Château Angelus es una de esas visitas que los amantes del vino, y en especial el vino francés, deben de hacer alguna vez en la vida. No en vano está considerado por los entendidos y los aficionados al vino de todo el mundo como uno de los más bellos crus classés de la denominación Saint-Emilion Grand Cru.

En la visita al château admiramos sus viñedos  situados en la  pendiente sur de Saint-Emilion y su disposición en forma de anfiteatro. Una de las características más llamativas de sus vinos es su importante proporción de Cabernet Franc. Es una composición reorquestada cada año, siempre en busca de la excelencia. Los Cabernets Francs se expresan con plenitud 20 años después de ser plantados, pero los resultados más espectaculares se obtienen con viñas de 40 años de bajo rendimiento. En el exterior del impresionante edificio destaca la torre central con su mítico campanario. En el interior, una gran sala con techo en forma de cúpula alargada y de medio punto, nos da paso a la sala de elaboración y luego a la sala de barricas y la sala de crianza en botella. Sus vinos los podemos catar en el restaurante Logis de la Cadène, uno de los más antiguos de Saint-Emilion (fundado en 1848) y una auténtica institución. Se encuentra en una pequeña plaza en el centro de esta ciudad medieval, en un lugar tranquilo y lleno de encanto. Su terraza a la sombra, los salones y las estancias, con una decoración cálida y refinada, ofrecen un marco acogedor y excepcional para una cata como esta. Este lugar conquistó a la familia de Boüard de Laforest, quienes lo adquirieron el verano de 2013. Y tras la cata, disfrutar de la excelente carta obra de Thibaut Gamba, chef con estrella Michelin de La Table du Clarance en Lille, y actual jefe de cocina del Logis de la Cadène en Saint-Emilion.

Foto mundo del vino

Veamos dos de sus vinos, aunque como decía antes, cada añada es un mundo, marcada por el clima y por el porcentaje de las variedades utilizadas en el coupage.

Angelus Premier Grand Cru Classé A 2018 es un tinto que necesita aún algunos años para madurar pero, sin duda, muestra ya su excelencia. Elaborado con Merlot y Cabernet Franc, es potente pero sin perder un ápice de elegancia. En nariz muestra aromas de frutas rojas y negras maduras, vainilla, flores azules, ligeros toques empireumáticos y de cueros finos. En boca es muy complejo, con taninos aún crujientes que se afinarán con el tiempo. Es amplio, con un final muy largo y recuerdos de maderas nobles y frutas en compota en retronasal. Una joya del clasicismo de la AOC.

Carillon de l'Angelus Grand Cru 2018 es el « segundo vino » de Château Angelus. Nacido con la añada 1987, ha ido adquiriendo su personalidad marcada a lo largo de los años. Se elabora a partir de un porcentaje variable de Merlot, Cabernet Franc y Cabernet Sauvignon seleccionados de diferentes regiones de Saint Émilion. Esta añada está compuesta sobre todo por Merlot (90%). En nariz despliega intensos aromas de fruta del bosque madura, cerezas en licor y ciruelas pasas, envueltos en toques de especias dulces y hierbas aromáticas. En boca destaca por su frescura, su equilibrio y sus taninos sedosos. Con un final muy largo y una marcada identidad.

Tras esta visita, nos dirigimos a CHÂTEAU LA CLIDE, que si bien no es de los más conocidos de la AOC es uno de los que ofrecen una acogida más cálida y cordial. La edificación corresponde al estilo de una gran casa señorial típica de la zona y alberga la sala de elaboración y de crianza, situada en un ligero promontorio desde el que se divisa hasta el horizonte el viñedo de Saint Émilion. Si bien no es uno de los châteaux más espectaculares en lo que a su arquitectura se refiere, la familia Desplat lleva cuatro generaciones al frente de este château donde miman sus 7,36 hectáreas de viñedo de las variedades Merlot y Cabernet Franc para elaborar sus dos vinos que ahora les comento, que catamos con Edouard Desplat, quien actualmente está a la cabeza de La Clide y un gran amigo, al que curiosamente no conocí en Burdeos sino en Sudáfrica en 2003 cuando ambos participamos como jurados en el Concurso Internacional de Vinos Miquelangelo que se celebra en este país. Desde entonces, hemos consolidado nuestra amistad y yo he conocido de primera mano cada paso que ha ido dando al frente de su propiedad. 

Château La Clide Grand Cru Classé 2020 está elaborado con un 90% de Merlot y un 10% de Cabernet Franc. A la vista es de color cereza picota, de capa alta y lágrima marcada. En nariz, los aromas de frutas negras (ciruelas y moras) y rojas (grosellas) se envuelven en toques de tabaco, ebanistería, hierbas aromáticas y cacao. En boca tiene una entrada suave y un paso poderoso pero elegante, con los mismos aromas que encontrábamos en nariz. Taninos aún algo crujientes que necesitan un poco más de tiempo para suavizarse. Un excelente ejemplo del estilo de Saint Émilion.

Primo Château La Clide Grand Cru Classé 2016 es la Cuvée Prestige de la propiedad, concebido y elaborado desde hace una década por Edouard Desplat buscando innovación sin perder identidad y como homenaje a su abuelo Primo Grando. Y lo ha conseguido.

También es un ensamblaje de Merlot y Cabernet Franc, pero diferente de lo que se acostumbra en Saint Émilion, ya que es un 95% de Cabernet Franc y solo un 5% de Merlot. A la vista es de color granate con destellos rubí, limpio, brillante y ágil al moverlo en la copa, de capa media-alta. En nariz aparecen frutas rojas y negras frescas, toques florales, de frutos secos y de especias como la pimienta y la canela. En boca muestra una excelente estructura, un paso ágil y fresco para terminar con recuerdos de vainilla y frutas del bosque en retronasal. Este vino solo se elabora en añadas calificadas como excelentes. 

Ambos châteaux se pueden visitar reservando a través de la Oficina de Turismo de Saint Émilion o llamando directamente por teléfono (los encontraréis en sus webs).

Y aquí nos despedimos de Saint Émilion para dirigirnos a la vecina AOC Pomerol, de la que os hablaré muy pronto.


Foto mundo del vino

Margarita Lozano Ruíz

Con dos décadas, la mitad de su vida, trabajando en el mundo del vino y la gastronomía, Margarita Lozano se ha convertido en una de las mujeres pioneras de este sector en España. Tras diplomarse en Dirección de Empresas por la Universidad de Granada, su ciudad natal, decidió cambiar su rumbo profesional y estudió análisis sensorial y vitivinicultura en Montpellier, ampliando más tarde sus conocimientos a otras bebidas como espirituosos, cafés o aguas minerales. Tambiéns Master Sherry by González Byass.

Su pasión por todo lo relativo a la gastronomía le llevó a especializarse también en productos de alta calidad como aceites, vinagres, foies, caviar, jamones o quesos. Tampoco los cigarros quedaron al margen de su curiosidad, convirtiéndose en una de las pocas mujeres expertas en ese campo.

Su inquietud le ha llevado a viajar por todos los rincones del mundo y gracias a su carácter emprendedor creó la editorial AllWines, con las revistas La Etiqueta, primer económico español dedicado al vino, la cerveza y los espirituosos, y la revista oficial de la Unión de Asociaciones Españolas de Sumilleres, además de otras publicaciones con vocación internacional: anuarios, guias y revistas especializadas para bodegas y restaurantes de alta gama.

Más tarde, dirigió la empresa WineSide y lanzó otras líneas de negocio como la organización de congresos profesionales (entre ellos Essentia Madrid), convenciones internacionales de negocios y consultoría para empresas con vocación exportadora.

Si hay algo que realmente le apasiona (y que es la verdadera base de su experiencia) es consagrar su tiempo a catar y descubrir nuevos productos. .

Es miembro de jurados nacionales e internacionales en los certámenes de vino más prestigiosos del mundo como el Concurso Mundial de Bruselas, el Concurso Muvina de Eslovaquia, los Miguel Angelo Awards de Sudáfrica o los Premios Mujeres y Vinos del Mundo de Mónaco, pasando por los españoles Premios Zarcillo, EcoRacimos, Premios Envero, CINVE y Premios Mezquita, entre otros muchos.

Además, la andaluza también colabora con publicaciones generalistas y especializadas de varios países del mundo (en España, es colaboradora del Grupo Joly, con una página dominical en el diario Granada Hoy y tiene un programa semanal propio en La Voz de Granada Radio: «Comiéndonos el Mundo») y participa como ponente en conferencias y foros profesionales en Europa y Asia principalmente. Fue profesora de Master de empresas vitivinícolas de la escuela Aliter y en la actualidad es docente externa del Aula de Formación Permanente de la Universidad de Granada: Miembro de la Unión Española de Catadores (UEC), de la Federación Internacional de Periodistas y Escritores del Vino (FIJEV) y de la Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino (AEPEV). Por último, forma parte del Consejo de Administración de la Federación Internacional de Periodistas y Escritores de Vino y Espirituosos (FIJEV).

Imparte catas de vinos españoles dirigidas a profesionales para el Institito de Comercio Exterior (ICEX) y de mezcales para Sagarpa (Ministerio de Agricultura de México). Además, organiza talleres y cursos de cata para aficionados y neófitos.

Por último, señalar que forma parte del panel de cata de la Guía Repsol de Vinos, fue Premio Hidalgo Mancha Vino en 2006, Taster Trophy 2012 en el Concurso Mundial de Bruselas y fue investida Cavalheiro de la Real Orden del Alvarinho en Portugal en 2013.





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