Publicado el 27 de Junio de 2017
La segunda gran expansión del vino en Argentina fue acompañada con un incremento de las calidades (especialmente mediante varietales) y viene ocurriendo a partir de 1985, sin embargo gran parte de las bodegas quebraron al no poder superar la crisis económica que padeció Argentina.
A partir del año 1990 se observa un doble proceso: en 1991 existían 225.000 viñedos pero la cantidad de hectáreas que abarcaban era de unas 207.000; por lo contrario durante ese lapso y hasta el 2007 la cantidad de viñedos había caído en picada hasta casi la décima parte (solo 26.000 viñedos en 2007) con incremento de la superficie cultivada con viña que ha trepado a las 229.000, en pocas palabras más: se produjo una gran concentración de la producción.
Para la producción de vinos finos desde esa época hubo una revolución: se comenzó a usar una tecnología nueva basada en el estacionamiento dentro de "barricas" de acero inoxidable, mientras que para los vinos finos se añadió el estacionamiento en barricas de roble francés, el estacionamiento de los vinos finos insume un tiempo que va de 6 a 24 meses, el tiempo depende del "estilo" que se quiera dar al vino, generalmente el tiempo es de un año a un año y medio; el roble francés aporta a los vinos bouquets con "tonalidades" vainilla, clavo de olor, especias, chocolate, café.
Se debe tener en cuenta que en Argentina la vendimia sucede entre fines de febrero e inicios de mayo, las variedades para vinos blancos suelen ser cosechadas en marzo y las uvas para tintos hasta abril.
El vino argentino ha ganado un merecido reconocimiento en el mundo, particularmente en la última década a través del gran trabajo de las bodegas locales y el importante apoyo de enólogos de reconocimiento mundial que se enamoraron de los vinos argentinos y del Malbec en particular, como es el caso del enólogo italiano Alberto Antonini.
Exceptuando los vinos de La Costa y de las Sierras de Córdoba, prácticamente todos los cultivos vitícolas argentinos se hacen en oasis de riego que aprovechan las aguas de dulces que se producen por el deshielo en las altas montañas, tal agua es presurizada desde los ríos y llevada por acequias o acueductos a los viñedos.
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