Publicado el 27 de Junio de 2017
La geografía argentina es una de las ventajas de la que disfrutan estos viñedos. Dada la combinación de altura sobre el nivel (generalmente entre los 800 y 2500 msnm) y baja humedad, los viñedos argentinos se encuentran muy bien protegidos contra insectos, hongos, y demás enfermedades padecidas por viñedos de otras regiones.
Esto es lo que permite cultivos orgánicos de las vides con pocos o nulos pesticidas y otros posibles contaminantes, esto ha dado un merecido renombre al vino argentino en el extranjero.
La mayoría de los cultivos se hacen mediante ingeniosos métodos de irrigación que van desde las tradicionales acequias (canales de riego que llevan las puras aguas de deshielo) pasando por diques o el actual uso de riego por goteo, las posibles objeciones al uso de mucho riego en los viñedos argentinos se contrarrestan: el clima muy seco de las zonas de cultivo, la ya mencionada elevada heliofania y las características de los suelos permiten la producción de uvas óptimas para la actividad vitivinícola.
En efecto, gran parte de la producción vinícola de la región andina argentina tiene su excelencia a partir del "estrés hídrico" natural que tienen las viñas ante una gran cantidad de días despejados asoleados y una muy morigerada (minuciosa) irrigación con agua dulce que frecuentemente es de origen glaciar, tal situación hace que la vid concentre sus nutrientes en la uva.
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