Publicado el 23 de Febrero de 2016
Más en el sur que las otras regiones vinícolas conocidas en Chile, se extiende el Valle de Curicó, a unos 220 kilómetros de la capital Santiago. En esta zona el clima es mediterráneo moderado, con días calurosos en el verano y noches frías-húmedas.
Su cercanía a hermosas áreas recreativas, como las Cascadas Siete Tazas, la laguna Torca y el lago Vichuquén, hacen de esta región vinícola un interesante destino turístico.
En esta región, en las cercanías de la pequeña ciudad Molina, se encuentra la tercera bodega más grande del país, la “Viña San Pedro”. El Valle de Curicó fue también escenario de una de las modernizaciones tecnológicas más grandes de la industria vinícola chilena: a comienzos de los años ochenta, el enólogo español Miguel Torres almacenó, por primera vez, vino en estanques de acero inoxidable, dando el puntapié de partida a una modernización radical del sector vinícola del país.
El enoturismo ha representado una nueva oportunidad para los empresarios de la zona, que han visto como su empresas han evolucionado positivamente, implementando aquel turismo que a largo plazo debe instaurar nuevas tecnologías y mejorar los servicios ofrecidos, logrando una competitividad sólida y permanente.
El Valle de Curicó alberga actualmente alrededor de 18.000 hectáreas de viñedos. En orden decreciente se cultivan aquí cabernet sauvignon, sauvignon blanc, merlot y chardonnay. Si vas de enoturismo por esta zona de Chile, durante el recorrido por estas viñas se puede admirar la belleza de los viñedos desde imponentes miradores, degustar reconocidos y prestigiosos vinos del los Valles de Curicó en cavas subterráneas de más de 100 años de antigüedad, conocer la historia y recorrer casonas patronales de gran tradición familiar etc.
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