Publicado el 18 de Junio de 2024
Myriam: Buenos días Rebe y Nico,
Gracias por invitarnos a visitar vuestro territorio y vuestra bodega Casa Vinícola Molinias. En Catadelvino.com recibimos varios correos vuestros y aquí estamos...
Rebe: Gracias a vosotros por venir a visitarnos.
Rebe: Estamos en Sobrarbe, una comarca del pirineo Aragonés. Somos de aquí, y cuando empezamos con el proyecto de la bodega no sabíamos muchas cosas que ahora no entendemos como pudimos no ver:
El día que encontramos un artículo de prensa del 26 de junio de 1.900, en el que el corresponsal, llamaba la atención al gobernador provincial, porque la filoxera estaba acabando con “la fuente principal de riqueza de esta tierra”.
A partir de ahí empezamos a indagar más, a preguntar y a mirar con otros ojos.
Hemos encontrado registro de compraventa de viñas del siglo XI, y en el año 1975, las calles de Aínsa olían a vino, porque todas las casas vendían vino.
Aunque parezca mentira, de esa tradición milenaria pocos se acuerdan, y solo unas pocas viñas han sobrevivido.
La filoxera, la guerra, la despoblación, y los planes de reestructuración de la UE, que pagaban por arrancar viñas para favorecer a las D.O.s terminaron de acabar con la viticultura aquí.
Nico: El 15 de mayo de 1964 los habitantes de Moliniás vendieron la casa de su familia, expulsados de ella por la dureza de la vida en ese precioso rincón del Pirineo.
El comprador se arruinó pronto, y tras 40 años en olvido en 2002, volvió la vida en forma de casas de turismo rural.
En 2020 plantamos la primera viña, y cuando conseguimos contactar con los habitantes originales nos llevamos una gran sorpresa: ellos vivían de la viña, y elaboraban la misma cantidad que habíamos calculado nosotros en nuestros planes financieros: 11.000 litros anuales aproximadamente.
El proyecto cobró mucho mas sentido al saber que en esa casa, que calculamos que se empezó a construir en el siglo XV, se hacía vino.
Tuvimos que cambiar cosas, en lugar de una bodega nueva, vamos a reconstruir esa antigua casa para hacer allí nuestros vinos.
Nico: Estamos situados en un coluvión, en un cono de derrumbes que bajan de la Sierra Ferrera. Muy pegados a la montaña.
Nuestro suelo son piedras, desde guijarros hasta rocas como twingos, o más. Así que trabajar aquí, con los medios actuales es durísimo. Tanto que hemos optado por no luchar contra ellas y convivir. Hemos dejado de labrar y empezado con las cubiertas vegetales.
Además al estar tan pegados a un macizo montañoso de 2.000 metros de altura las tormentas, el aire y los barrancos complican la vida.
Eso en 2.024, no quiero imaginar hace 60 o 100 años.
Rebe: Está siendo un ejercicio de adaptación constante.
Obviamente empezamos a hacer lo que hace todo el mundo, subsolar, mover el suelo. Esas primeras cagadas nos enseñaron mucho, pero no lo vimos a tiempo.
Hemos tenido que replantear cada paso que hemos dado, después de haber metido la pata una o tres veces, para adaptarlo al lugar y a nuestras expectativas.
El caso más llamativo quizá sea el manejo del suelo:
Después de echar cientos de horas sacando piedras para plantar y ver, el mismo día que plantamos, que seguía estando lleno de piedras vimos que algo fallaba.
Intentamos trabajar con laboreo, labrando, como se hace en todos lados. Tampoco funcionó. Rompíamos aperos, y cada vez que caía una tormenta, arrastraba mucho suelo pendiente abajo.
Así que decidimos dejar cubiertas vegetales, pero eso nos costó mucho retraso en el desarrollo de las plantas, muchas se murieron, y llegamos a perder una cosecha entera en unos días de calor.
Tocó llorar,
Ahí apareció la viticultura regenerativa y otra forma de entender el suelo, y tras eso hemos llegado a plantar una viña directamente sobre un pasto, sin labrar. Y están preciosas.
Nico: Sí.
No solo estamos plantando viñas y haciendo vino, que no es poco.
Si no que lo estamos haciendo mientras recuperamos un pequeño ecosistema en Moliniás. Desde los antiguos muros de caminos y fajas o la misma casa, hasta los suelos, pastos y barrancos.
Entendemos el terroir como el ecosistema de un vino, y por eso miramos atentamente, para que cada cosa que hagamos, que suele ser muy costosa aquí, tenga un sentido a corto y a largo plazo.
En ese ecosistema que definimos como terroir, están las rocas y microorganismos del suelo, las cepas, la elaboración o las historias de la gente que nos precedió.
Rebe: No, lamentablemente aquí se perdieron todas.
Trabajamos 3 de los últimos viñedos vivos de Sobrarbe, de 80,90,100 años.
Quizá mas.
Un patrimonio vegetal y cultural que la gente que no emigró a la ciudad ha traído hasta nuestros días.
Son las supervivientes de cientos de hectáreas, quizá miles. Y nos están permitiendo buscar el estilo, el terroir de Sobrarbe, para que más gente pueda seguir nuestros pasos.
Nico: El pirineo nos abre la posibilidad de muchísimos suelos, orientaciones y microclimas.
Además, contamos con viñedos con decenas de variedades, casi todas sin identificar, por lo que la búsqueda del arraigo está siendo apasionante.
Sin duda los paisajes que tenemos en los viñedos prometen unos vinos increíbles, con los que, por ahora, solo podemos soñar.
Rebe: Jajaja. Sí, está algo manida, pero nosotros tenemos una metodología que explicamos a todo el que se apunte a nuestro newsletter.
Al final el vino es cultura y esta forma de entender la elaboración y el cultivo pueden permitir disfrutar los vinos de una forma que quizá nunca antes hubieras pensado, tanto nuestros vinos como los de otros.
Newsletter: www.casavinicolamolinias.com
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