Publicado el 03 de Octubre de 2019
¿Por qué decimos que el enoturismo es una vivencia?. Porque el enoturista se va a relacionar con la naturaleza, con la gastronomía, con la historia, con la familia propietaria de la bodega, con una filosofía de trabajo, etc.
La experiencia sensorial está más centrada en el análisis sensorial de los aromas del vino, y de todos los aromas que se respiran paseando por la bodega, que incluye las salas de vinificación, y salas de crianza.
El enoturismo para las bodegas es un proyecto, es algo crecedero que tiene que ir, desde sus comienzos a mejor.
En el enoturismo hay bodegas que:
Al enoturista le encanta hacer un millar de actividades y catar todo el territorio nacional. Las bodegas puedes ofrecerle poder catar un mismo concepto de vino a distintas altitudes, con las mismas o distintas varietales, con los mismos o distintos factores humanos.
Al enoturista le gusta comprobar cómo influye, el clima, la altitud, el tipo de suelo, el enólogo, el viticultor, etc, en el vino que va a catar.
También le gusta hacer añadas de catas históricas. Sin duda alguna, le gusta experimentar diversas vivencias.
Según el Informe ACEVIN 2019, en la última década, 2008-2018, el número de visitas a bodegas y museos de la Ruta del Vino casi se ha triplicado. Los visitantes nacionales representan el 74% y los internacionales, el 26%. La estancia media es de 2,4 días y supone un gasto diario de 160,21 euros. Además, aumenta en un 2% el número de visitantes de 18 a 25 años, que supone un 9,3% del total.
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