Publicado el 31 de Julio de 2017
Si hemos visitado varias bodegas veremos que algunos vinos se crian en barrica y otros en depósitos. La evolución técnica ha hecho que los vinos obtenidos en depósito han alcanzado una calidad muy buena y suelen elaborarse así grandes vinos. Ahora bien, muchos expertos aseguran que la crianza en depósito no alcanza nunca las mismas cotas de calidad que la crianza en madera. Obviamente es diferente pero más complicado. La bodega debe considerar, antes de meter un vino en barrica, si el vino es de la calidad adecuada y si el valor añadido que obtengamos justifica el gasto, bastante más elaborado en la elaboración, como es la mano de obra, trasiegos, precio de las barricas etc.
La madera desempeña un papel decisivo en la evolución de los vinos. Una barrica de roble, de madera nueva y aromática, influye de forma determinante en la crianza del vino (sobre todo si éste tiene una estructura prometedora y una saludable riqueza tánica).
Los principales beneficios son los siguientes:
Cesión de elementos aromáticos y gustativos (taninos) de la madera.
Precipitación de sustancias inestables, aumentando la limpidez.
Micro-oxidación progresiva y permanente (evolución).
Estos aspectos están condicionados a su vez por el origen del roble, el secado, por la técnica empleada en la fabricación de la barrica y por la edad y uso de la misma.
Como se ha visto la madera tiene muchos beneficios pero no sirven para todos los vinos y además, hay que tener en cuenta que es preferible una crianza en condiciones saludables en depósito inerte que emplear barricas viejas, de origen y pasado dudoso que pueden estar contaminadas y estropear el vino.
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