Publicado el 10 de Mayo de 2016
Existen interesantes estudios médicos que relacionan el consumo moderado del vino con una dieta saludable. La dieta mediterránea, con su consumo habitual de frutas, verduras, grasas insaturadas e hidratos de carbono complejos, se asocia a una disminución en la incidencia de numerosas enfermedades agudas y crónicas. Por eso se supone que el vino, componente fundamental de esta dieta, ha podido desempeñar un papel importante en esta prevención de numerosas enfermedades.
La Clasificación internacional de Enfermedades establece como un consumo aceptable y no peligroso dosis límite de alcohol puro de 24 g/día para el hombre y de 16 g/día para la mujer. Por mal uso, consumo de riesgo o consumo excesivo se entiende cuando es superior a 40 g/día para el hombre y mayor de 24 g/día para la mujer. La tradición cultural más arraigada aconseja beberlo acompañado a las comidas. España es el país con menos muertes por infarto agudo de miocardio en proporción al resto de países europeos, a pesar del gran consumo de grasas que se incluyen en sus cocinas regionales (v. paradoja francesa). Por eso se ha podido descubrir el importante papel que el vino desempeña en esta prevención. La mayoría de los estudios refieren una disminución del riesgo de enfermedad cardiovascular, en personas que consumen cantidades moderadas de vino, comparados con los no bebedores. En esa dieta sana, que incluye legumbres, frutas, pescado azul, pocas grasas, etc., el vino puede aportar sustancias beneficiosas para la salud.
En algunos casos se reconoce que el vino puede provocar cefaleas al inhibir la diaminooxidasa, fundamental en la degradación de la histamina, y que, por lo tanto, en pacientes con cefaleas frecuentes debe evitarse su consumo.
En Europa, las enfermedades cardiovasculares suponen más del 50% de las causas de muerte, y más de la mitad de ellas son debidas a enfermedades coronarias y accidentes cerebro vascular. Uno de los mecanismos que explica el papel protector del consumo moderado de alcohol es el aumento de las lipoproteínas de alta densidad (HDL2 y HDL3) y de las apolipoproteínas A-I A-II. Pero hay otras causas que pueden explicar el efecto beneficioso del consumo moderado de vino. La inhibición en la oxidación de las lipoproteínas de baja densidad (LDL) debe considerarse un efecto muy positivo, ya que la oxidación de las LDL es una de las causas de la arteriosclerosis. Los antioxidantes como la vitamina E, administrados con la dieta, reducen el riesgo de enfermedad coronaria en un 40%.
Asimismo, en el sistema de coagulación y fibrinólisis, el vino disminuye el fibrinógeno y aumenta los activadores del plasminógeno y la acción antitrombina. Se ha descrito también la presencia de ácido salicílico y sus derivados en los vinos. Podría pensarse que estas sustancias ejercen un papel vasodilatador y antiinflamatorio. El etanol actúa como antiagregante plaquetario al incidir sobre sus membranas e inhibir las síntesis de ecosanoides. Además, el alcohol de vino ejerce un efecto contra los trombos, al alterar la síntesis de prostaciclinas, la liberación de tromboxanos y la agregación plaquetaria.
El activador del plasminógeno, una proteasa que interviene en la regulación de la fibrinólisis intravascular, ha sido utilizada como marcador de riesgo en determinadas enfermedades como el infarto agudo de miocardio o los accidentes cardiovasculares. El consumo moderado de etanol aumenta el t-PA en el suero y del inhibidor del mismo, independientemente de la concentración de HDL la actividad antioxidante de los vinos, en relación con la presencia de un grupo de familias de polifenoles (flavano 3-oles, flavonoles y antocianas) y su capacidad de actuar previniendo la oxidación en sistemas químicos, bioquímicos y fisiológicos.
Cabe decir que los polifenoles son materias simples producidas sólo por los vegetales. En la uva, se encuentran en la piel, la pulpa y la semilla. Los polifenoles son antioxidantes y disminuyen el daño celular y sus consecuencias. El vino tinto es el producto que contiene el rango más amplio de estos compuestos que protegen la salud.
Las catequinas son polifenoles de origen vegetal de la familia de los flavano 3-oles, que han sido estudiadas como antioxidantes extensivamente). El vino tinto posee una alta concentración de catequinas y polifenoles relacionados que serían las entidades moleculares responsables de dicha capacidad antioxidante.La mejora de la capacidad antioxidante de los tejidos estará entonces relacionada con el alto contenido y calidad de los polifenoles (flavonoides) presentes en el vino, la incorporación de estos polifenoles (se incorporarían en el plasma humano en concentraciones 1-3 µM), y por su efecto protector sobre la oxidación de las lipoproteínas circulantes (LDL).
Este proceso de oxidación de las LDL es considerado como un evento temprano en el desarrollo de la aterosclerosis y de enfermedad coronaria (Estas relaciones entre polifenoles, como antioxidantes, y salud coinciden con las que explicarían que una alta ingesta de té verde (rico en polifenoles, especialmente catequinas), se asocia con la baja incidencia de cáncer en poblaciones de diversos orígenes.
- las propiedades terapéuticas de los componentes de la uva,
- su influencia sobre la estructura celular humana,procederé a demostrar en mi próximo post las evidencias cienteficas de los efectos del vino y sus componentes sobre la salud.
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