Publicado el 02 de Febrero de 2021
FINCA TEJONERAS
VILLA DEL PRADO (MADRID)
La adquisición de la Finca Tejoneras en las estribaciones de la Sierra de Gredos y frente a los Montes de Toledo entre enebros, encinas, olivos y almendros como finca de recreo en sus inicios se ha convertido actualmente en una de las bodegas madrileñas más prestigiosas.
Viejas y excepcionales viñas de Garnacha Tinta que descubrieron en la finca fueron el detonante para que la familia Martín Santos, propietaria de la finca, decidiese emprender el proyecto de elaborar Tejoneras y 750, dos de los vinos madrileños más galardonados nacional e internacionalmente.
Nos trasladamos al municipio de Villa del Prado, situado en la comarca vitivinícola madrileña de San Martín de Valdeiglesias y conocido como “la huerta de Madrid” por su principal actividad vinícola y el abundante cultivo de huertas y olivares. Una agricultura que contribuyó a su auge económico en el siglo XVII y por el que su arquitectura popular se basó en casas blasonadas y adinteladas que descubrimos en nuestro paseo por esta villa.
Recorremos las fértiles laderas de la Sierra de Gredos hasta llegar a Finca Tejoneras donde dos colosales puertas nos anuncian que hemos llegado a nuestro destino. Nos adentramos en esta finca de 750 hectáreas entre aromas a jaras y rodeados de infinidad de enebros, almendros, encinas, olivos y gran diversidad de plantas silvestres.
Este mágico lugar te hace desconectar del mundanal ruido sumergiéndote en pleno corazón de naturaleza salvaje en el que en cualquier momento se nos puede cruzar algún venado, jabalí, corzo, muflon o liebre de los que campan a sus anchas por la finca. De hecho Finca Tejoneras debe su nombre a la cantidad de tejones que habitaban estas tierras.
Con Enrique Fernández de Córdoba, director de la bodega, comenzamos a recorrer este fascinante paraje natural entre lagunas de la Sierra de Gredos. Enrique, emparentado con históricas y aristocráticas familias de larga tradición bodeguera como Marqués de Griñón o Marqués de Riscal, trasmite esa pasión por el mundo del vino que ha vivido desde su niñez en Pontevedra donde su familia se dedicaba a la elaboración para consumo propio.
En nuestra ruta hasta llegar a las 21 hectáreas de viñedo que actualmente tiene Finca Tejoneras observamos el compromiso con el medio ambiente que han adquirido por respeto al entorno. Cada uno de los enebros que salpican el paisaje está protegido con maderas para que los animales que allí habitan no los dañen.
En este sorprendente espacio natural bordeamos una extensa laguna entre aromas a jaras y frondosa vegetación. Sus viñedos muestran un excepcional y singular color dorado brillante debido a la mineralidad del suelo. Desde la lejanía y con el reflejo de los rayos del sol en las lascas de cuarcita y pizarra del terreno, el viñedo queda envuelto en un manto ocre dorado que destaca entre el verde intenso de los enebros, encinas y monte bajo. Una extraordinaria postal frente a los montes de Toledo!!!
Visitamos primeramente el origen de la bodega Nueva Valverde: un pequeño viñedo de Garnacha Tinta muy vieja plantada en vaso. El extraordinario entorno, la singularidad y mineralidad del terreno y los escasos pero excelentes racimos de estas cepas consiguieron que la familia Martín Santos se replantease el elaborar vino con ellas. Para ello comenzó a recuperar estas viejas cepas y elaboró su primer vino Tejoneras únicamente con esta variedad comenzando a buscar nuevas variedades idóneas para plantar en este excepcional paraje.
La amistad de los propietarios con Mariano García, enólogo de la reputada bodega Vega Sicilia, le ayudó en los inicios de este nuevo proyecto consiguiendo los mejores injertos franceses de las variedades Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah. Actualmente estas tres variedades junto con la esencia que aporta el viejo viñedo de Garnacha componen el coupage de sus vinos.
Nuestro recorrido finaliza en la bodega que aparece perfectamente integrada en este paisaje natural. Pequeños depósitos de acero inoxidable al aire libre se encargan de vinificar sus vinos consiguiendo un importante ahorro de energía que aportan las frías noches de esta Sierra de Gredos para enfriar sus mostos.
Accedemos a la bodega y lo primero que nos sorprende es la colección de vinos de diversas regiones españolas elaborados muchos de ellos hace más de un siglo. Vinos históricos que si pudiesen hablar tendrían una larga historia que contar!!!
Frente a esta colección envejecen sus vinos en barricas, siempre de roble francés.
Como Enrique me comenta, el proyecto se basa en la excelencia y calidad por encima de la cantidad y por ello realizan ediciones limitadas que esperan el momento propicio para llegar al mercado.
Tejoneras y 750 son dos de los vinos más galardonados nacional e internacionalmente de la Comunidad de Madrid y se caracterizan por su color rojo picota intenso, notas de monte bajo y un marcado carácter mineral que expresa su singular terruño.
El coupage de Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah con el aporte de la vieja Garnacha Tinta crean unos vinos que envejecerán sin tener un tiempo determinado, este periodo lo determinará las peculiaridades de cada añada.
Tejoneras, que lleva el nombre de la finca, es quizás su vino más emblemático. Tejoneras 2013 con una crianza en barrica aproximadamente de doce meses y un largo envejecimiento en botella definen y afinan este vino redondo y balsámico de fruta negra madura algo especiada y con las características pinceladas minerales y de monte bajo del terreno.
Las 750 hectáreas que comprende Finca Tejoneras y la altitud aproximada de sus viñedos da nombre a su vino más top: 750 con una crianza en barrica de 18 meses aproximadamente. Elaborado únicamente en añadas excelentes que expresa una fruta más compotada apareciendo pinceladas de chocolate y sus particulares matices del suelo.
Una pequeña edición de aproximadamente 3.000 botellas que hace las delicias de nuestros paladares siendo, al igual que Tejoneras, vinos muy gastronómicos que invitan a saborearlos con una buena comida.
Actualmente acaban de sacar al mercado Lagraz 2018, un coupage de Garnacha y Syrah con seis meses de crianza de corte más moderno enfocado a un público más joven. Un vino con cuerpo y a la vez fresco e informal protagonizado por la fruta roja, muy diferente a los dos anteriores que anima a chatear y acompañarlo con las famosas tapas madrileñas.
Desde aquí os animo a descubrir estos excepcionales vinos madrileños, creados y criados sin prisa esperando el momento idóneo para llegar a nuestras copas. Vinos con personalidad que les proporciona el peculiar paraje donde han nacido. No os los perdáis!!!
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