Publicado el 06 de Octubre de 2014
La proximidad del Sistema Central le da un relieve accidentado que sirve de protección ante los vientos fríos del norte. Esto permite que su clima continental se desarrolle con temperaturas más templadas en un ambiente más húmedo, reflejado en paisajes menos áridos, como son dehesas, montes y pinares.
Los suelos presentan una buena aptitud para la producción de vinos de calidad. La variedad predominante es, como en Navalcarnero, la tinta Garnacha, mientras que la pequeña proporción de uva blanca está representada por la interesante Albillo.
En esta subzona operan exclusivamente bodegas cooperativas. Un cierto conservadurismo, reflejado en la tardía renovación de viñedos y bodegas, motivo de cierto retraso en la comercialización de vinos embotellados con denominación de origen respecto de las otras dos subzonas. En la actualidad, la modernización está permitiendo que los vinos embotellados de calidad le estén comiendo terreno al vino de venta a granel.
Sus viñedos se asientan en laderas y piedemontes de aluviones, que se reparten por 9 municipios de la zona. El nombre del Valdeiglesias, da una pista sobre el peso de los templos y ermitas de la zona. El Rey Alfonso VII unificó los doce eremitorios existentes bajo la regla de San Benito y fundó el Monasterio de Santa Maria la Real de Valdeiglesias. La orden del Císter fue la que recuperó verdaderamente el viñedo en la zona.
El cultivo de la vid se convirtió así en uno de los motores económicos de la zona, en tierras monacales, exportándose con éxito además a tierras de Segovia y Ávila.
La Ruta del vino de Madrid por San Martín de Valdeiglesias permite descubrir este pasado histórico y disfrutar de su patrimonio monumental, sus paisajes de piedemonte y por supuesto de sus vinos.
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